Publicado en la revista "Crónicas", nº 21 enero 2012
La Puebla de Montalbán, 27 de enero de
1812
Aunque de la historia militar sólo se recuerdan las grandes
batallas, las invasiones y las reconquistas se nutren tanto de estas, como de
aquellos pequeños combates y escaramuzas que tan sólo persiguen avanzar o hacer
retroceder al enemigo unos pocos palmos de tierra.
La guerra de la independencia contra los franceses, que también
fue una guerra civil entre los afrancesados, que pusieron las instituciones al
servicio del invasor y los patriotas, que crearon un gobierno paralelo a través
de las distintas juntas de gobierno, propició, precisamente por esa
fragmentación del ejército y la sociedad española, numerosos grupos
guerrilleros dedicados a hostigar con rápidas escaramuzas al poderoso enemigo
extranjero.
Una de esos choques tuvo lugar en el puente de La Puebla de
Montalbán continuándose hasta la población. A finales de 1810 los franceses habían sido
prácticamente expulsados de Portugal y Napoleón había enviado a su más prestigioso
mariscal, André Masséna con la intención de recuperar el país vecino, por lo
que los combates se recrudecieron en la frontera portuguesa y nuestras
provincias lindantes durante todo el 1811.
El 27 de enero de 1812 el comandante del Escuadrón Franco de
Húsares Trujillanos D. Feliciano Cuesta, se dispuso a lanzar una ofensiva
contra la guarnición francesa que controlaba el puente de La Puebla. Su
estratagema perseguía 2 objetivos: acabar con el destacamento que ese mismo día
recibiría el relevo y al mismo tiempo atacar al correo que partía para Toledo
impidiendo su salida.
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Lanzó el teniente su ofensiva sable en mano atacando por dos
flancos ante el desprevenido destacamento francés, que al componerse únicamente
de soldados de infantería formaron
cuadro y con gran violencia se defendieron a fuego replegándose hasta La Puebla
sin poder ser derrotados.
Allí el grueso del destacamento enemigo salió de su cuartel a
auxiliar a sus compatriotas, lo que obligó a la tropa española a replegarse
hasta donde se encontraba el comandante Feliciano Cuesta.
No consiguió esta acción el principal objetivo de la razia, aunque
el daño infringido a los franceses fue superior al sufrido por el Escuadrón de Húsares
Trujillanos; ocho soldados y un sargento muertos y otros ocho heridos en el
bando francés, frente a 2 soldados y 4 caballos muertos y 2 soldados y 1
caballo heridos en el español.
En el parte que el comandante Feliciano Cuesta remite desde Monroy
(Cáceres) el 22 de febrero al Marqués de Monsalud, relatándole estos hechos y
cuya copia remitiría este último al Supremo Consejo de Regencia, no se menciona
si al menos se interceptó el correo que debía salir para Toledo, pero es de
suponer que así fue y que no hubo ninguna baja más en las filas de este
escuadrón que días después volvería a enfrentarse a los franceses su tierra
cacereña.
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