lunes, 9 de junio de 2014

La escaramuza del puente de La Puebla

Publicado en la revista "Crónicas", nº 21 enero 2012

La Puebla de Montalbán, 27 de enero de 1812

Aunque de la historia militar sólo se recuerdan las grandes batallas, las invasiones y las reconquistas se nutren tanto de estas, como de aquellos pequeños combates y escaramuzas que tan sólo persiguen avanzar o hacer retroceder al enemigo unos pocos palmos de tierra.

La guerra de la independencia contra los franceses, que también fue una guerra civil entre los afrancesados, que pusieron las instituciones al servicio del invasor y los patriotas, que crearon un gobierno paralelo a través de las distintas juntas de gobierno, propició, precisamente por esa fragmentación del ejército y la sociedad española, numerosos grupos guerrilleros dedicados a hostigar con rápidas escaramuzas al poderoso enemigo extranjero.

Una de esos choques tuvo lugar en el puente de La Puebla de Montalbán continuándose hasta la población. A finales  de 1810 los franceses habían sido prácticamente expulsados de Portugal y Napoleón había enviado a su más prestigioso mariscal, André Masséna con la intención de recuperar el país vecino, por lo que los combates se recrudecieron en la frontera portuguesa y nuestras provincias lindantes durante todo el 1811.

El 27 de enero de 1812 el comandante del Escuadrón Franco de Húsares Trujillanos D. Feliciano Cuesta, se dispuso a lanzar una ofensiva contra la guarnición francesa que controlaba el puente de La Puebla. Su estratagema perseguía 2 objetivos: acabar con el destacamento que ese mismo día recibiría el relevo y al mismo tiempo atacar al correo que partía para Toledo impidiendo su  salida.

Para llevar a cabo su acción, ordenó al teniente Félix Cuesta que se colocase con su compañía en el lugar oportuno mientras que él, con las 2 compañías restantes que formaban el escuadrón interceptaría el correo.

Lanzó el teniente su ofensiva sable en mano atacando por dos flancos ante el desprevenido destacamento francés, que al componerse únicamente de soldados de infantería  formaron cuadro y con gran violencia se defendieron a fuego replegándose hasta La Puebla sin poder ser derrotados.

Allí el grueso del destacamento enemigo salió de su cuartel a auxiliar a sus compatriotas, lo que obligó a la tropa española a replegarse hasta donde se encontraba el comandante Feliciano Cuesta.

No consiguió esta acción el principal objetivo de la razia, aunque el daño infringido a los franceses fue superior al sufrido por el Escuadrón de Húsares Trujillanos; ocho soldados y un sargento muertos y otros ocho heridos en el bando francés, frente a 2 soldados y 4 caballos muertos y 2 soldados y 1 caballo heridos en el español.

En el parte que el comandante Feliciano Cuesta remite desde Monroy (Cáceres) el 22 de febrero al Marqués de Monsalud, relatándole estos hechos y cuya copia remitiría este último al Supremo Consejo de Regencia, no se menciona si al menos se interceptó el correo que debía salir para Toledo, pero es de suponer que así fue y que no hubo ninguna baja más en las filas de este escuadrón que días después volvería a enfrentarse a los franceses su tierra cacereña.


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